miércoles, 2 de septiembre de 2009

Capítulo 1 La imagen

La imagen, la mayor parte del tiempo, le facilita al hombre conocer el mundo, ya que lo hace razonar por medio de su imaginación, para buscar el significado o las respuestas que nos transmiten ciertas imágenes.

La escritura, como las imágenes, es una mediación, y por tanto es sujeto de la misma dialéctica intrínseca. La escritura no sólo contradice las imágenes, sino que ella misma es rota por una contradicción interna. La finalidad de la escritura es mediar entre el hombre y sus imágenes; explicarlas. Al hacerlo, los textos se interponen entre el hombre y la imagen: le ocultan el mundo al hombre en vez de hacérselo más inteligible.

Superficies significativas, estas significan algo “exterior” y tiene la finalidad de hacer que ese “algo” se vuelva imaginable para nosotros, al abstraerlo, reduciendo sus cuatro dimensiones de espacio y tiempo a las dos dimensiones de un plano.

Las imágenes aunque hayan sido creadas por hombres y mujeres, ya no tienen memoria de dónde partieron, perdiendo los vínculos de su origen y generaron, acto seguido, una esfera de imágenes auto-suficientes y auto-referentes.

Cuando esto sucede, el hombre no puede descifrar sus textos ni reconstruir las ideas que ellos significan. Los textos se vuelven inimaginables, y el hombre vive en función de sus textos, es decir, ocurre una textolatría , la cual es tan alucinante como la idolatría. El cristianismo ortodoxo y el marxismo son ejemplos de textolatría: textos proyectados, sin descifrar, en el mundo “exterior” el hombre experimenta, conoce y evalúa al mundo en función de sus textos. Un ejemplo importante de la inimaginalidad de los textos lo proporciona el discurso científico: el universo científico (la suma del significado de los textos científicos) ni siquiera se supone imaginable. Cuando imaginamos algo en el universo científico, somos victimas de una decodificación impropia: quien desee imaginar el significado de las ecuaciones de la teoría de la relatividad ignora del todo lo que ellas tratan. Puesto que en el último análisis todos los conceptos significan ideas (de cualquier forma que el análisis lógico defina “idea”), el universo del a ciencia es un universo vacío.

Durante el siglo XIX, la textolatría alcanzo un grado critico. En el sentido más estricto, este fue el fin de la historia, la cual, en este sentido estricto, es la transcodificación progresiva de las imágenes en conceptos, la explicación progresiva de las imágenes, el progresivo desencantamiento, la conceptualización progresiva. Donde los textos ya no son imaginables, no hay nada más que explicar, y la historia cesa.

Precisamente en esta etapa crítica, en el siglo XIX, se intentaron las imágenes técnicas a fin de hacer los textos nuevamente imaginables, para colmarlos de magia y, así, superar la crisis de la historia.

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